No salgo mucho de casa, lo justo.
Sí que me gusta ir cada semana echar la Primitiva o la Euromillones. Nunca he sabido bien si es el Euromillones, la Euromillones, los Euromillones… cada uno lo llama de una forma diferente.
Me imagino que ha pasado siempre, casi nadie sabe muy bien cómo se llaman realmente las cosas nuevas:
el/la internet, WhatsApp (pocos lo pronuncian bien), la/el Covid, chip, John Wayne, Bruce Willis, las mamachichos… incluso Los Beatles. En mis tiempos eran “los beatles”, así, como se lee, luego les llamaban “los bitels”… modernidades.
Pero vuelvo al tema, que me voy por las ramas.
Mi lotero es un tío soso, muy soso, incluso raro.
Siempre le digo que me de el que toca, y con gran esfuerzo dice: “a ver si hay suerte”…
Nunca ha dado un premio importante… ¡es realmente malo!.
El lotero llevará 30 años atendiendo, viendo miles de personas pasar por la ventanilla y habrá sonreído… ¿10 veces?… igual exagero.
Tengo una teoría muy clara que explica el motivo por el cual jamás ha dado un premio.
Te cuento:
Su primer error es que no empatiza, no siente la ilusión que todos sus clientes tienen cuando van a “echar a la lotería”. Le da igual si nos toca o no. Él está ahí para pasar el papel por la máquina y cobrar. Cree que ese es su trabajo y no debe hacer más.
Su segundo error es que no sufre en el trabajo. No sufre porque no tiene quejas. Será el único negocio del mundo donde nadie se queja: una administración de loterías. Los que trabajamos o hemos trabajado de cara al público hemos recibido muchas quejas y esto nos lleva automáticamente a ser mejores. Mejores trabajadores y también mejores clientes. Una persona que ha recibido muchas quejas es un excelente cliente, sabe lo que se sufre cuando recibe una queja y, normalmente, no quiere hacer sufrir a nadie. “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.
El tercer error no es por su culpa, es culpa de los clientes y esto le lleva a ser peor lotero. Los clientes que van allí no son amables, casi ninguno. No es un negocio donde el cliente tenga la opción de hacer la pelota para que te den un mejor servicio como puede ser un restaurante, dejando propina y que se acuerden de ti el próximo día. Un taller donde le regalas una bolsa de nueces al mecánico para que se esmere mejor. Un médico al que llevas unas pastas para que se preocupe un poco por más por ti… allí nadie le regala nada y eso le hace ser más frío.
El cuarto error es que es soso, muy soso. Ya os lo he dicho. El ADN es muy cruel. Ser soso hace que venda menos y que de menos premios. El cliente busca amabilidad, busca una sonrisa, busca un “buena suerte”, busca un muñeco gigante por el que pasar el décimo, busca un regalito como buenos clientes (un boli, un calendario, un mechero…). Estas cosillas marcan y te fidelizan como cliente.
Y os preguntaréis, ¿por qué no cambio de lotero?.
Porque tengo la certeza, por estadística, que tendrá que dar un premio gordo dentro de poco… lleva 30 años vendiendo lotería!!!
En UCEPSA regalamos calendarios, bolis, mecheros, agendas… empatizamos, recibimos quejas (y halagos)… incluso algún cliente nos regala cosas!!!
Llevamos 42 años así.
Cualquier cosa ya sabes dónde nos tienes: 91.871.03.46.
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